El lunes, el presidente del sindicato United Auto Workers (UAW), Shawn Fain, emitió una declaración reafirmando su apoyo a los aranceles de Trump, denunciando el “libre comercio” y repitiendo el nacionalismo económico de extrema derecha del presidente fascista. En el video publicado en X/Twitter, culpa a los trabajadores automotrices mexicanos por las pérdidas de empleo en EE.UU., respaldando lo que en realidad es una guerra económica contra trabajadores tanto “extranjeros” como “nacionales”.
El sindicato publicó esta declaración apenas dos días después de lo que podría haber sido la mayor protesta en la historia de Estados Unidos. Entre 5 y 11 millones de personas participaron en manifestaciones en todo el país el pasado fin de semana contra las medidas dictatoriales de la administración Trump. Estas protestas estallaron tras la orden de Trump de desplegar al ejército en Los Ángeles, donde las tropas fueron utilizadas para reprimir violentamente las manifestaciones en defensa de los trabajadores inmigrantes.
El UAW y otros sindicatos importantes boicotearon efectivamente las protestas. La estructura del UAW no hizo ningún esfuerzo por movilizar a su afiliación, incluidos más de un millón de trabajadores activos y jubilados del sector automotor. Ni siquiera en Detroit, donde viven decenas de miles de trabajadores automotrices y de autopartes, el UAW hizo acto de presencia. Los burócratas están aterrorizados ante esta creciente oposición social, que amenaza no solo sus alianzas políticas, sino todo el andamiaje de colaboración obrero-patronal sobre el que descansan sus privilegios.
El video de Fain es, en términos prácticos, la respuesta de la burocracia a las protestas masivas. En el enfrentamiento que se perfila entre la clase trabajadora y Trump, la burocracia se está alineando contra los trabajadores, al otro lado de la barricada.
La declaración de Fain también se produjo justo después de un delirio en redes sociales de Trump el domingo, en el que pidió las redadas migratorias más grandes de la historia, azuzó a su base derechista hacia la violencia y denunció implícitamente a los manifestantes como no “verdaderos estadounidenses”. Fain y la burocracia del UAW no han respondido a esto, ni al despliegue de tanques en ciudades estadounidenses, ni a las redadas masivas ni al desfile militar organizado en honor a Trump. Tampoco han dicho nada sobre la guerra de Israel contra Irán, que Trump apoya y está a punto de unir abiertamente.
En cambio, Fain eligió reiterar su apoyo a la guerra comercial en el video del lunes. “El desastre del libre comercio tiene que llegar a su fin”, declaró. Culpó a los trabajadores en México por el cierre de fábricas estadounidenses, describiendo un mundo donde las empresas “obligan a los trabajadores de distintas partes del mundo a competir entre sí” y “reimportan productos con enormes márgenes de ganancia—utilidades que se embolsan ejecutivos y accionistas, quienes también sobornan a los políticos por si acaso”.
La representación de la economía mundial que hace Fain proviene directamente del manual político de Trump y la extrema derecha. El supuesto central es que el problema no es el capitalismo, sino el comportamiento “desleal” de ejecutivos corporativos y gobiernos extranjeros que socavan la industria estadounidense. Este es el discurso típico del nacionalismo económico: la falsa identificación entre los intereses de los trabajadores y los del Estado capitalista, presentando políticas reaccionarias y proburguesas—como los aranceles—como si sirvieran a la clase trabajadora.
“Mientras tanto, nos quedamos con Flint, Lordstown, Belvidere—comunidades que parecen bombardeadas”, continuó Fain. La hipocresía es asombrosa. El UAW ha desempeñado un papel central en la destrucción de cientos de miles de empleos desde finales de la década de 1970. En nombre de aumentar la “competitividad” de la industria automotriz de EE.UU. frente a sus rivales asiáticos y europeos, la burocracia del UAW abandonó las huelgas, impuso brutales recortes salariales y de beneficios, y avaló el cierre de cientos de fábricas. Entre 1979 y la década de 2010, la afiliación al UAW cayó de 1,5 millones a menos de 400.000.
El propio Shawn Fain supervisó la ratificación del “histórico” contrato del año pasado, que ya ha sido seguido por una ola de despidos. Los cierres de plantas en Belvidere, Lordstown y otros lugares—que Fain ahora menciona demagógicamente como prueba de los fracasos del “libre comercio”—fueron llevados a cabo con el apoyo y la complicidad de la burocracia del UAW.
“Tenemos divorcios, adicción a las drogas, suicidios, muertes por desesperanza”, continuó. “No necesito decirlo—muchos en el UAW lo hemos vivido”. En realidad, Fain y sus compañeros burócratas no han “vivido” nada de eso—están blindados contra estos problemas sociales devastadores por sus salarios de seis cifras—y, de hecho, han contribuido a provocarlos. El UAW, cuyos funcionarios integran juntas “de seguridad” obrero-patronales, ha guardado un silencio casi total sobre la muerte del trabajador especializado Ronald Adams Sr. en la planta de motores de Dundee. En contraste, la Alianza Internacional de Trabajadores de Comités de Base (IWA-RFC) ha iniciado una investigación exhaustiva .
Existe una larga y sangrienta historia de agitación racista por parte de la burocracia sindical estadounidense, desde la exclusión de trabajadores negros y migrantes chinos en los siglos XIX y XX, hasta las campañas antijaponesas de los años ochenta. Ninguna de estas políticas salvó un solo empleo. Fue en ese clima de histeria antijaponesa, atizado por los sindicatos y el Partido Demócrata, que el ingeniero chinoamericano Vincent Chin fue asesinado a golpes en 1982 por un capataz de Chrysler y su hijo desempleado en Detroit.
Las declaraciones de Fain contra los trabajadores mexicanos implican el mismo tipo de peligrosidad. Al echarle leña al fuego, él y la burocracia del UAW asumen una responsabilidad política directa por actos de violencia contra inmigrantes y latinos en Estados Unidos.
La afirmación de Fain de que los aranceles “salvarán empleos estadounidenses” contradice la realidad. Las rondas anteriores de aranceles bajo Trump y Biden generaron despidos generalizados, precios al consumidor más altos y una crisis económica cada vez más profunda. La naturaleza mundial de la producción, organizada a través de cadenas de suministro internacionales, hace imposible defender los intereses de los trabajadores sobre una base nacional. Pero al mismo tiempo, estas condiciones crean la base objetiva para un movimiento de la clase obrera unificado a escala global. Es precisamente este potencial el que aterra a la burocracia.
La afirmación de Fain de que los aranceles deben ser “bien diseñados” busca desviar la atención del contenido de clase real de estas políticas, que no es salvar empleos “estadounidenses”—ya han provocado despidos en toda la industria automotriz—sino defender los intereses del capitalismo estadounidense. Esto incluye tanto a sus rivales extranjeros como a la propia clase trabajadora nacional, que paga los costos en forma de inflación, recortes salariales y despidos.
Los aranceles también son parte de una preparación más amplia para la guerra, incluida la intervención militar en expansión contra Irán. Están dirigidos a reorganizar las cadenas de suministro estadounidenses como preparación para una guerra contra China y otros países considerados enemigos del imperialismo estadounidense. Como en los años 30, el giro hacia el proteccionismo lleva directamente a la crisis económica, la guerra comercial y, en última instancia, la guerra mundial.
Fain y los burócratas del UAW están ansiosos por demostrar su utilidad en la preparación militar que avanza hacia esta guerra, con Fain señalando constantemente la economía de guerra estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial como modelo para hoy. De hecho, Fain comenzó a plantear esto durante la presidencia de Biden, quien a su vez calificó a los sindicatos como su “ OTAN doméstica ”.
El UAW prácticamente presenta una Tercera Guerra Mundial como un programa de empleo para reducir el desempleo. En una entrevista reciente, Fain sugirió usar la “capacidad excedente” de la industria automotriz para construir “tanques, aviones y bombas.” Mientras tanto, el UAW ha traicionado a los trabajadores de plantas de defensa, incluido el fabricante de motores de avión Rolls-Royce, Lockheed Martin y el constructor de submarinos Electric Boat.
La burocracia es una capa social privilegiada, integrada al Estado capitalista y dependiente de la paz social para mantener sus privilegios. Tiene su equivalente en México en los corruptos sindicatos gangsteriles “charros”, históricamente alineados con el gobierno. El UAW, trabajando de la mano con el Departamento de Estado y las ONGs laborales estadounidenses, juega un papel central en los esfuerzos por reemplazar a estos charros con sindicatos “independientes”, incluido el SINTTIA, que están igualmente subordinados al imperialismo estadounidense.
Involucrados en este proceso se encuentran grupos pseudoizquierdistas, que rechazan la lucha por el socialismo dentro de la clase trabajadora y, en su lugar, buscan construir alas “reformistas” dentro de la burocracia. Unite All Workers for Democracy (UAWD), que en esencia dirigió la campaña electoral de Fain y lo llevó al poder, se ha venido abajo tras haberse visto comprometida ante los ojos de los trabajadores por las políticas de la burocracia del UAW, incluido el apoyo a los aranceles de Trump. El círculo íntimo de Fain incluye a Jonah Furman y Chris Brooks, ambos vinculados a los Democratic Socialists of America (DSA).
Esto no es una excepción, sino el resultado universal de este tipo de organizaciones. El mismo patrón se repite en los Teamsters (conductores), donde Teamsters for a Democratic Union (TDU) se está preparando para reelegirse junto a Sean O’Brien, quien ahora apoya aún más abiertamente a Trump que Fain.
El régimen interno del UAW refleja la brutalidad y matonismo de la administración Trump. Un informe difundido ayer por un supervisor asignado por la corte (figura creada tras el escándalo de corrupción que se llevó por delante a gran parte de la dirección del sindicato) reveló que Fain supuestamente amenazó con “cortarle el p*to cuello” a cualquiera que desafiara a su círculo interno. El WSWS tratará este tema en más detalle en los próximos días.
La reacción del UAW ante las protestas de la semana pasada es una advertencia: la única forma de poner en marcha la fuerza de la clase trabajadora contra la administración Trump es mediante una rebelión contra el aparato sindical. La lucha contra el fascismo y la guerra debe estar vinculada con la lucha para derrocar a las dictaduras burocráticas en los sindicatos, que no son más que una fuerza policial industrial. Esto significa el desarrollo de comités de base, nuevas formas de lucha controladas por los trabajadores y basadas en una lucha internacional contra el capitalismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de junio de 2025)
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